Una historia de vida
Tengo 32 años y estoy afectado por una importante disminución visual. Me gustaría que mi caso sirviera de aliento para aquellas personas que estén pasando por una situacion similar o que no hayan tenido oportunidad de conocer los centros de baja visión, para que puedan aprovechar las utilidades e instrumentos que allí se brindan.
Hay un concepto cualitativo y cuantitativo de la visión. De una agudeza visual normal, que es de 10/10, yo tenía como consecuencia de una retinopatía del prematuro (nací seismesino) 5/10 en el ojo derecho y con eso debía manejarme porque con el izquierdo no veía absolutamente nada. En esas condiciones cursé mi carrera en la Universidad de Buenos Aires, me recibí de abogado en el 98, y a mediados de 2000, tuve cuatro desprendimientos de retina seguidos en el ojo derecho, el bueno en cuanto a agudeza visual, aunque era anatómicamente malo.
He sido atendido por los oftalmólogos más brillantes de nuestro medio, el Dr. Oscar Blas Donato, retinólogo, y el Dr. Enrique Malbrán (padre); he pasado por intervenciones muy complejas y, a causa de problemas subsiguientes, perdí la visión de ese ojo.
Ahora veo con el izquierdo. Nunca pensé que contaba con una «rueda de auxilio». Una visión de hasta 3/10 se considera subnormal: yo pasé de ver apenas bultos a alcanzar algo más de 4/10, según la medición visual que registra el doctor Erwin Voss en el Centro de Baja Visión que dirige, donde tuve que aprender a ver de otra manera. Esta cifra da cuenta de que con ejercicios y mucha estimulación, en algunos casos se puede recuperar la agudeza visual, dependiendo esto de la edad, la patología y demás factores.
Yo no tendo afectado el campo visual: gracias a que mi ojo izquierdo era ambliope y a que la retina estaba sana (hace 20 años el Dr. Donato protegió ese ojo que había tenido un pequeño desprendimiento con un cerclaje escleral) he respondido al tratamiento. Reconozco que tuve mucha suerte y mucha voluntad.
He sido el típico miope de gruesos anteojos, pero hasta que todo se agravó, no conocía lo que era visión subnormal. La primera vez que me acerqué a un Centro de Baja Visión no podía leer ni desplazarme, me llevaban del brazo, no veía ni el plato en el que comía ni los títulos de los diarios: la mácula estaba totalmente descentrada y la situación era desesperante. Mi familia creía que no iba a poder ejercer mi profesión ni dedicarme a nada. Entonces yo recordé y adopté un viejo concepto médico que ya sostenían los viejos profesores de oftalmología (un décimo es muchísima visión) y fue allí cuando le dije a mi oftalmólogo que no se preocupara, que si yo conseguía ver un décimo o dos haría maravillas. En ese momento nadie pensaba realmente que iba a poder alcanzarlo.
Es mucho lo que he conseguido en el Centro Voss de Baja Visión, donde mediante el uso de prismas y de entrenamiento para reubicar el eje visual a su posición ideal, aprendí a enfocar de otra manera para volver a ver. Ahora estoy trabajando como abogado del Estado, pero en fecha bastante reciente hice algunos juicios de amparo y he sacado exitosamente del corralito financiero a varias personas, manejándome solo. Hago una vida normal, veo los semáforos, admito que siempre me quejo de mi falta de visión binocular, pero el Dr. Voss, que es muy optimista y en cuya sapiencia y experiencia creo, piensa que podría mejorar aún más mi visión. Con mi caso pudo hacer mucho y aplicar todos sus conocimientos con muy buen resultado.
De todo esto se desprende que mientras hay un resto de visión hay esperanza. La mayoría de los oftalmólogos, al ver que un paciente no supera las expectativas convencionales de la funcionalidad, dicen: «lamentablemente no hay nada más que hacer». Pero creo que ambas disciplinas, la oftalmología y los especialistas en baja visión, deben ir apoyándose y caminar juntas.
Por último, no me parece que lo que conseguido sea tan extraordinario ni me creo un arquetipo. No me explico porqué dejé asombrada a tanta gente cuando en realidad pienso que el impulso de la supervivencia humana lo tenemos todos: cuando estamos en una situación límite de saludo empezamos a utilizar todos nuestros recursos y reservas y a compensar carencias. De este modo es mucho lo que se consigue. Estoy seguro.
Gonzalo Giadone. DNI 22.226.603
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